Primera toma

Hasta los años ochenta del siglo XX las salas de los estudios de grabación eran, para los músicos, algo así como naves de catedrales. Entrar en ellas, por primera vez, se percibía como una experiencia iniciática.

El espacio donde se instalaban las máquinas grabadoras, el “control”, con esa ventana (“la pecera”) que lo separaba del ámbito “estudio” propiamente dicho, equivalía al puesto de mando del Nautilus o la Enterprise. Y a los técnicos operadores se los consideraba demiurgos con poderes de imposición de manos. Perilla o tecla que tocaban operaba un milagro.

Promediando esa década los japoneses robaron la magia. Paulatinamente, proliferaron los aprendices de brujo que, gracias a la reducción del tamaño de los grabadores y consolas de mezcla y al abaratamiento del coste de la tecnología, montaron sus estudios en altillos, garages o sótanos de casas y pisos en cualquier rincón del mundo. Y se disparó la fiebre de la edición experimental.

La manipulación del sonido, con la irrupción de la era digital, se desarrolló exponencialmente. Y del “estudio – templo” pasamos al “estudio – laboratorio”.

Sin embargo, habiéndonos cargado ya una década del siglo XXI, se vive un nuevo cambio de paradigma en el procesamiento artístico del sonido. Actualmente los músicos priorizan las grabaciones de las performance en vivo y la fuerza del instante al registro en estudio.  Por varias razones.

Las condiciones actuales del mercado discográfico mutaron su lógica económica. La expansión y consolidación del “netlabel” como forma independiente y autónoma de distribuir música en formatos digitales a través de la red, la piratería y la generalización de las descargas desde Internet, fueron factores determinantes.

La escena musical también se transformó. Con las ventas de soportes tangibles a la baja, se disparó el auge de los festivales. Las marcas invirtieron fuerte en esta opción porque la proliferación  de concentraciones masivas permitió una comunicación publicitaria efectiva de productos afines con el público asistente.

Y los estilos interpretativos se adecuaron a los cambios. Los creadores priorizaron la expresividad espontánea en escena versus los arreglos complejos pergeñados en estudio.

Todo esto, y quizás otras razones que se nos escapan e iremos descubriendo más adelante, han determinado hoy que la performance musical en vivo sea la preferida por productores y consumidores.

Este blog pretende aportar su cuota en esta nueva etapa del registro sonoro donde prevalecerá la grabación en vivo y en directo. Ya comenzó a invertirse la situación clásica de “entrar a grabar al estudio” pues ahora, el “estudio debe ir hacia la banda”.

Llegan tiempos híbridos. Coexistirán tecnologías, pericias, aprendizajes y experimentaciones. Una vez más se diseñaran nuevas coreografías para el mismo ballet de siempre entre necesidades de mercado y creación artística.

Desde REC, LIVE & ART , el arte de la grabación de sonido, apuntaré los micrófonos hacia el espacio exterior…

Una respuesta a “Primera toma

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